Hace unos mese un amigo me recomendo un libro, 'La rueda de la vida' de la doctora Elisabeth Kübler-Ross, y fue una experiencia increible, recomiendo que se lo lean y que aprendan con el como yo lo he hecho. El libro ayuda a crecer espiritualmente nos recuerda que todos somos iguales y con los mismos derechos.
El otro dia, hojeando unas revista me entere de que la doctora ya no esta entre nosotros, como ella comento una vez, los hunamos somos como la mariposa, cuando ella sale de su capullo de seda se libera de la presion, nosotros experimentamos la misma sensacion al salir del cuerpo, todo es paz no hay dolor ni sufrimiento. Y hoy mando este correo, primero para hacer un homenaje y segundo para aquellos que aun no la conocen, sepan de ella y si tienen la oportunidad de leer sus libros, haganlo.
Biografia
Elisabeth Kübler-Ross nacio en Suiza. Emprendió los estudios de medicina con la esperanza de poder ir a la India, como misionera laica, tal y como había hecho Albert Schweitzer yendo a África. Pero el destino la llevó a Nueva York, dónde empezó a trabajar con enfermos mentales, a pesar de tener pocos conocimientos teóricos de la rama de psiquiatría. A base de escucharlos y de estar con ellos, al cabo de 4 años la mayoría había vuelto ya a emprender una vida autónoma, aceptando sus responsabilidades y sin depender de otros para ello.
Más adelante emprendió su labor como acompañante a enfermos terminales, tanto personas mayores como niños pequeños. Siguiendo el mismo proceso, de escuchar y estar abierta a todo lo que estas personas querían comunicarle, empezó a elaborar un esquema de las fases por las que pasa una persona que se enfrenta a la muerte, o a la pérdida de un ser querido. Dolor, rechazo a la situación, enfado, negociación, aceptación, reconciliación con el proceso...Estos trabajos le valieron el reconocimiento internacional en el incipiente campo de estudio de la tanatología: el proceso de morir.
A entrar en contacto con miembros de la recientemente inaugurada psicología transpersonal, Kübler-Ross pudo vivir una serie de experiencias extracorporales y transcendentes que le validaron y confirmaron que lo que le habían dicho muchos de sus pacientes, acerca de seres y visiones que acontecían justo antes del momento de la muerte, eran algo verídico y que cabía tener en consideración, como uno de las etapas de mayor importancia en este proceso.
A partir de allí sus conferencias se abrieron al objetivo de exponer que, además de la inexcusable importancia del acompañar al enfermo terminal, la posibilidad de la supervivencia de la consciencia después de la muerte era un ámbito de estudio que requería la atención de todos -sobretodo de los anonadados miembros de esta sociedad mecanicista occidental en la que vivimos. El deceso no sólo era un hecho que requería aceptación, sino que además era un proceso que había de ser afrontado sin miedo.
Después de años de un relativo rechazo por parte de la comunidad científica -quizás por ser una 'vocera' del movimiento 'espiritual'-, el reconocimiento llegó en forma de numerosas entregas de títulos honoris causa, concedidos por diversas universidades de todo el globo. La psiquiatra de 78 años estaba convencida de que "del otro lado" encontraría otra vez a todas las personas a las que había querido, y quizá por ello dedicó varios libros a profundizar sobre la muerte.
Su obra más importante, On Death and Dying, de 1969, la consagró como científica y contribuyó a que los enfermos terminales no fueran marginados a habitaciones secundarias o pasillos hasta el final de sus días.
Sus alrededor de veinte libros se tradujeron a varios idiomas y vendieron millones de ejemplares. Con el paso de los años, Kübler-Ross -despreciada por la mayoría de sus colegas y venerada por sus admiradores- defendió la tesis de que la muerte no existe en On Life After Death (Sobre la muerte y la vida después, 1984), una de sus últimas obras.
En una de sus últimas entrevistas en 1998, lamentaba un sólo aspecto de su vida: "En Suiza fui criada según el lema: trabajar, trabajar, trabajar. Eres una persona valiosa si trabajas. Eso es completamente falso. Hay que trabajar la mitad de tiempo, y bailar la otra mitad. Esa es la mezcla correcta. Yo bailé y jugué demasiado poco".
Que la luz te guie por el sendero, hermana Elisabeth Kübler-Ross.